sábado, 8 de enero de 2011

Capítulo 2, parte 3

- ¿Te has vuelto loco? ¡Yo no tengo un chip de localización! ¡Y no podemos salir de la burbuja! –le gritó Kati a Ares, a punto de hiperventilar.

- Bueno, en realidad sí que podemos. Salir de la burbuja, digo. Puedes creerme cuando te digo que es completamente seguro y que esas estupideces de la contaminación ya no son verdad. Hace 60 años, quizás, pero no desde que los elfos, los druidas y los halflings empezaron a reforestar el exterior de las burbujas con la ayuda de algunos magos y sacerdotes. Te puedo asegurar que ahora el aire de fuera es aun más limpio que dentro de las burbujas… y desde luego menos cargado –respondió Ares sonriendo.

- Hay radiación… -respondió Kati con un hilo de voz. Cuando, hacía 70 años, aparecieron en el mundo las criaturas fantásticas, los humanos reaccionaron impidiéndoles la entrada a las burbujas anti-contaminación y se inició una guerra brutal en que los no humanos destruyeron gran parte del aparato productivo de los humanos. No obstante, la guerra siguió y los humanos lanzaron toda su potencia nuclear contra el exterior de las burbujas. La explosión resultante del choque entre las bombas nucleares y la magia protectora tuvo como resultado la destrucción de buena parte de las burbujas, y, al ver que la radiación los acabaría matando si no entraban en ellas, los seres fantásticos comenzaron a destruir las que habían quedado en pie en sus intentos por conquistarlas. Finalmente se pactó el fin de la guerra. Los seres mágicos pudieron entrar en las burbujas, aunque como marginados, comprometiéndose a cambio a no iniciar una nueva guerra ni destruir más burbujas.

- Había radiación –respondió Ares, con tono despreocupado. -Los humanos, colaborando con algunos magos, desarrollaron hace 62 años una tecnología que les permite eliminar la radiación y convertirla en energía. ¿Cómo si no iban a empezar a reforestar y descontaminar el exterior los elfos? Princesa, no debes creerte todo lo que te dijeron en tu prisión corporativa.

- ¿Y debo creerme lo que me dices tú? –preguntó Kati, casi colérica y nada dispuesta a salir de la burbuja, dijera su rescatador lo que dijera. La carcajada del semielfo retumbó en el interior del vehículo.

- ¿Sabes, princesa? Me encanta tu carácter. Eres encantadora. ¿Debes creerme? No tienes otra opción, porque como no salgas de aquí te harán picadillo y sí, sí que tienes un chip, te lo demostraré en cuanto estemos fuera de la burbuja, a salvo en mi base. Porque mi base está fuera de la burbuja y todavía no soy un engendro mutante, por mucho que mis puntiagudas orejas te sugieran lo contrario. Te aseguro que nací con ellas.

- Los seres mágicos tienen más resistencia a la radiación.

-Sí, por supuesto, pero ni siquiera los odiosos orcos, que son los más resistentes, podían soportar los niveles de radiación que había hace unos años. Te informo, además, de que no todos los que llegaron a este mundo eran seres mágicos. También había unos cuantos humanos, aunque pocos de ellos sobrevivieron a la contaminación y a la radiación posterior, y de los que lo hicieron la mitad mutaron. En cualquier caso, ya verás que el exterior es un lugar maravilloso. –dijo Ares, Kati seguía dudando, y el mercenario añadió, tendiéndole la mano:

- Te juro, princesa, que si hubiera otra opción esperaría a que estuvieras preparada para sacarte de la burbuja, pero no la hay.

Kati dudó un solo segundo más, lanzó un suspiro y, por segunda vez en unas pocas horas, cogió su mano con fuerza confiándole su futuro.

sábado, 1 de enero de 2011

Capítulo 2, parte 2

Kati respiró hondo y trató de calmarse mientras el aparato avanzaba con rapidez por el aire de la cúpula. No obstante, no sólo no lo logró, sino que además comenzó a marearse debido a las numerosas vueltas que daba el mercenario semielfo con el aerodeslizador.

- ¿Es realmente necesario que hagas eso? –preguntó mientras intentaba controlar el mareo respirando lentamente.

- Sí, a no ser que quieras que los dos seamos abatidos por los cañones de plasma de las corporaciones. Es lo que suelen hacer cuando un vehículo no identificado sobrevuela sus instalaciones.

- ¡Pero eso es ilegal! –exclamó Kati indignada. Ares la miró de reojo mientras esbozaba una irónica sonrisa.

- ¿Y desde cuando les ha importado a las empresas religiosas eso, princesa? -Kati comenzó a balbucir una respuesta sobre las leyes gubernamentales de la burbuja a las que estaba sometida cada corporación, pero fue interrumpida por un desdeñoso gesto de la mano de Ares –Pero bueno, preciosa, ¿de veras te crees toda esa monserga? Supongo que tantos años de lavado de cerebro dentro de una corporación tienen efecto incluso en una chica tan espabilada como tú. Permíteme que te ilustre. Por supuesto que existen esas leyes que tanto pretendes defender, pero no son más que un papelito sin importancia que os muestran a los sumisos esclavos corporativos para que os sintáis a salvo del resto de las empresas religiosas. ¿Quién te crees que creó esas leyes? Las empresas religiosas. ¿De quién están compuestas las fuerzas de seguridad comunes de esta preciosa burbuja? De los cuerpos de seguridad privados de las empresas religiosas. ¿Y para qué ceden sus cuerpos de seguridad privados al Estado? Pues precisamente, princesa, para que cuando cometan una infracción como, no sé, ¿quizás abatir en pleno vuelo un aerodeslizador desconocido que se ha adentrado en su territorio?, tener unos cuantos hombres en el poder público y salir impunes.

- ¡Pero el Consejo es independiente! ¡Es el que dicta las leyes!

- Claro, por eso las empresas se encargan de sobornarles, emparejarles con gente de los niveles superiores de su organización y de amenazarles con sus matones contratados porque (¿no te lo he contado?) la mitad de las bandas de asesinos e incursores de los arrabales está contratada de forma fija por alguna empresa religiosa para amenazar a nuestro independiente Consejo, mientras que la otra mitad está contratada para infiltrarse en las empresas de la competencia y sabotearlas o robar sus avances tecnológicos.

- ¿Y tú en qué mitad encajas?

- Mi banda y yo somos hombres libres, princesa. Nos vendemos al mejor postor y ganamos mucho haciéndolo.

Kati se quedó en silencio, olvidado ya el mareo y reflexionando sobre cuánto de lo que Ares le había contado era verdad y cuánto era para asustarla. Pasó así un buen rato, hasta que se fijó de que habían pasado de largo los arrabales y se dirigían a las puertas de la ciudad.

- Pero ¿dónde vas? ¡No podemos salir de la burbuja, el mundo exterior está contaminado!

- Ah, bueno, preciosa, es otro detalle que se me olvidó comentarte. Todos los empleados de las empresas religiosas tienen un chip de localización insertado en alguna parte del cuerpo. Si no salimos de la burbuja, me parece que nos encontrarán pronto… y esquivar cañones de plasma será el menor de nuestros problemas.